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Consejos para descansar de tu trabajo

¿Qué hay detrás de el título de este artículo? Hay una verdad que muchos profesores nos negamos a ver. Sobre todo los vocacionales. Recuerdo hace tiempo ver a la cantante Laura Pausini contar para algunos cantantes que estaban comenzando que ella amaba su profesión, pero que era precisamente eso: una profesión. Y como cualquier otro trabajo, cansa. No importa que te encante dar clases, que lo ames con locura. Es tu trabajo y lo tienes que hacer aunque ese día te levantes sin ganas de dar clases. Esto se agudiza aún más cuando trabajamos por nuestra cuenta porque si no damos clases, no cobramos. De ahí el famoso “chiste” de que los autónomos nunca se ponen enfermos.

Escribo este artículo para aquellos profesores que están en una racha mala de motivación para levantarse cada día para dar clases. Pero también, para aquellos que están comenzando y no son conscientes de lo que se les puede venir encima. A continuación, os dejo unos consejos que en mayor o menor medida tuve que seguir en algún momento de mi vida porque, sí, me encanta mi trabajo, pero cansa.

Tómate unas vacaciones

Este es el consejo más obvio que te van a dar muchas personas. Pero, va a toparse con una de las cosas que decía más arriba: si no trabajas no cobras. Bueno, eso es cierto, pero vamos a pensar bien las cosas. Es verdad que si te tomas una semana de vacaciones vas a dejar de cobrar una cuarta parte de lo que ganas normalmente en un mes. Pero ¿qué ocurre cuando trabajas todos los días y te sientes con cansancio y sin motivación? Estás acumulando puntos para que tu cuerpo reaccione regalándote un caso de estrés con todo lo que ello conlleva y, quizás, teniendo que abandonar tus clases por más de una semana o provocándote problemas más graves.

Lo sé, tienes miedo a parar unos días y perder tus alumnos. Pero, ya te adelanto que eso no va a ocurrir. Claro que depende de varios factores. Si tienes un alumno nuevo al que has dado una sola clase y la siguiente semana te coges unas vacaciones, pues igual no le siente bien. Si coges un mes de vacaciones es posible que algún estudiante pierda la motivación de continuar estudiando o que necesite aprender el idioma para ya y por tanto no pueda permitirse esos parones. Tú conoces a tus alumnos y sabes a lo que te arriesgas.

Mis consejos a este respecto: planea con bastante antelación tus vacaciones y avisa cuanto antes a tus alumnos para que ellos sean muy conscientes. Incluso, cuéntales que estás con mucho cansancio y necesitas ese descanso. Te van a comprender, no lo dudes. Muchos de los estudiantes también trabajan y saben lo que es pasar por eso. Por último, si es posible, tómate varias pequeñas dosis de vacaciones por año. Nosotros tenemos la costumbre de coger una semana de descanso cada 2 o 3 meses. Hasta ahora nunca perdimos un alumno por ello. Por cierto, una semana sin clases se pueden convertir perfectamente en un descanso de 9 o 10 días ocupando los dos fines de semana. ¡No es poco! y tu alumno solo habrá perdido una clase (o dos).

Ten una afición

Sé que muchas personas tienen sus propias aficiones y las disfrutan todo el año. Pero, también sé que muchas otras, de tanto trabajar, van dejando sus aficiones de lado porque no tienen tiempo o porque “al fin y al cabo no dan dinero”. Esto es un error gravísimo. Tu afición no es solo algo para pasar el tiempo sino que sirve para que consigas desconectar de tu trabajo. Esto es aún más importante cuando eres profesor online porque si das las clases desde casa, no existe una separación clara entre el trabajo y el resto de tu vida. Exígete dedicar tiempo a tus pasatiempos preferidos, no importa cuáles sean: leer, jugar con videoconsolas, salir de fiesta, hacer pasteles, fotografiar o ver Gran Hermano (Oye, ¡hay gente para todo!). Y si no tienes una afición, búscatela, experimenta hasta encontrar algo que te atrape y que sirva para que te olvides de tus obligaciones diarias.

Prioriza

Esta es una de mis palabras preferidas: “priorizar”. En nuestra vida no solo trabajamos, aunque a veces lo parezca. Cada uno tiene muchas otras cosas con las que compartir el tiempo de trabajo: preparar la comida, limpiar la casa, hacer las compras, ver la tele, pasar tiempo en las redes sociales, hablar por teléfono, cuidar de un familiar enfermo, atender a los hijos, salir de fiesta, etc. Ahora las preguntas que te hago son: ¿Necesitas hacer todo lo que haces? ¿Puedes reducir el tiempo de algunas cosas o incluso eliminarlo?

Déjame que te ponga un ejemplo. Antes de convertirme en profesor veía mucho la tele. Llegaba a casa de mi trabajo y lo primero que hacía era encenderla, aunque fuera para estar como “fondo”. Cuando me fui a vivir a Brasil estuve bastante tiempo sin ver la televisión porque no entendía nada de lo que decían ;). Para cuando quise darme cuenta, ya no quería ver este aparato ni en pintura. Vi todo el tiempo que había llegado a perder sin ninguna utilidad por culpa de la tele. Ahora llevo 10 años sin tele y soy yo quien escoge lo que ve o no ve. Normalmente, series por Internet (gracias Netflix y similares). Prioricé. Vi que ver la tele no solo no era una necesidad sino que me quitaba gran parte de mi tiempo. Luego llegaron las redes sociales y ocurrió exactamente lo mismo. Ahora las uso solo por motivos profesionales y esto me deja mucho más relajado y me aporta más tiempo para aprovecharlo en cosas que verdaderamente disfruto.

Esto no quiere decir que tengas que dejar de ver la tele y trabajar más. Quiere decir que tienes que eliminar las cosas superfluas de tu vida y sustituirlas por lo que verdaderamente te gusta hacer. Ese tiempo que ganes lo puedes aprovechar para trabajar lo mismo, pero de forma más relajada. O también lo puedes aprovechar para no hacer absolutamente nada. Tú eliges. Simplemente elige en qué quieres gastar tiempo en tu vida. Prioriza.

Menos clases

Sé que lo que tengo que decir ahora no es muy popular, pero quizás, si estás con mucho cansancio de trabajar mucho, tengas que trabajar menos. Esta posibilidad pasa por tener menos clases por semana. Tú eres quien puede ver si esto es posible o no. Si estás ganando dinero de sobra para vivir, no pasa nada porque por unos meses (o para siempre) ofrezcas menos tiempo de clases. Si aún no estás con tu economía rindiendo al ritmo que te gustaría, esta opción es poco practica pero sí que puedes hacer lo siguiente.

Prepara mejor tus clases

Eres de aquellas personas a las que les encanta hacer bien su trabajo, en nuestro caso esto pasa por dar buenas clases, pero también por prepararlas de forma adecuada. Esto es estupendo, claro. De hecho, es lo ideal. El problema surge cuando siempre estamos preparando clases. Esto no puede ser. No puedes permitirte el lujo de tener que hacer una gran preparación para cada clase y para cada alumno. Al principio sí, cuando comienzas en esta profesión es inevitable. Pero, debes tratar de preparar cada clase pensando que te sirva para varios alumnos. Por ejemplo, estás preparando una actividad basada en un vídeo sin palabras para un alumno. ¿Por qué no usar esa misma actividad para varios alumnos en esa misma semana? Incluso de diferentes niveles. Simplemente cambiando el nivel de exigencia y algunas de las preguntas que puedas preparar para hacer durante la clase. Preparando la clase para un alumno, acabas de resolver varias horas de trabajo de golpe.

Ya sé que es un consejo que a muchos profes les parecerá muy obvio, pero también hay muchos otros que no se dan cuenta de las posibilidades de una actividad bien preparada para ser dada a varios alumnos, en casi el mismo tiempo que dedicas a preparar la clase de uno solo.

Organización del tiempo

He escrito varios artículos sobre el tiempo porque es un tema que me apasiona y, aun así, me falta mucho de escribir sobre ello. El día tiene 24 horas. Desafortunadamente, aún no hemos descubierto como estirarlo, así que te tendrás que conformar con eso. Ahora escribe en una hoja todo lo imprescindible que haces durante esas 24 horas y mírala atentamente. Seguramente te asaltará una pregunta: ¿De verdad consigo hacer todo esto? la respuesta es que si, lo haces, pero a costa, muchas veces, de quedarte al límite del agotamiento. Y a veces no hay forma de evitarlo. Después de haber priorizado como contaba antes y dedicar tu tiempo a lo que verdaderamente quieres, te queda la impresión de que deberías tener 8 o 20 horas más al día para hacerlo todo de forma más sosegada.

El principal problema de hacer muchas cosas no es que ocupen mucho tiempo, sino que las hacemos de forma totalmente aleatoria o cuando, simplemente, nos apetece o nos acordamos. Error. Coge esa lista de cosas que haces durante el día y organízalas. Hay cosas que solo puedes hacer en determinados momentos, otras que puedes escoger cuándo hacerlas. Debes tener tareas pequeñas y tareas grandes. Mi consejo sobre esto: coge todas las tareas pequeñas que tengas que hacer (responder emails, cambiar una bombilla, llamar a tus padres para ver qué tal están, etc.) e inténtalas programar para hacerlas todas seguidas. No hay nada peor que mientras hacemos una tarea larga, interrumpirla con numerosas microtareas. No vamos a hacer nada bien y además va a parecer que nunca conseguimos terminar la tarea más compleja. Ponte un tiempo para dedicar a cada cosa, pensando en su urgencia, e intenta respetarlo. No sirve para mucho terminar una tarea que solo es para la próxima semana, si no te ha dado tiempo a hacer las cosas de hoy o las has tenido que hacer deprisa con la consiguiente ansiedad que esto puede producirte.

Haz deporte

El deporte, por cuestiones que no voy a comentar ahora, ayuda a relajarnos. No me refiero a que te pongas a correr un maratón. Simplemente con salir a andar un poco o hacer algo de ejercicio en casa por unos minutos, consigues después estar más centrado en tus tareas. Además, siendo nuestra profesión tan sedentaria, no nos viene mal mover un poco el esqueleto.

¿Malos estudiantes? Abandónalos.

Este no es un buen consejo para aquellos que estén comenzando, pero si ya estás en un momento de estabilidad, recuerda que no tienes la obligación de dar clases a todo el mundo. Si un alumno no te cae bien y te da un bajón cada vez que piensas en sus clases o, simplemente, te da mucho más trabajo de lo normal y eso te hace sentir mal, no lo dudes, ponle cualquier escusa y deja de darle clases. Quizás alguno pueda pensar que esto no es muy profesional y que tienes que atender a todo el mundo, esforzándote al máximo por cada uno de tus estudiantes. Esto en teoría suena muy bien y es muy correcto, incluso estoy de acuerdo. Pero, hay una cosa mucho más importante que ser el mejor profe del mundo: tu salud. Ningún estudiante se merece que pierdas tu salud por él.

Falta de motivación

Para terminar, una razón habitual para terminar cansados de nuestra profesión es la falta de motivación. Esta puede ser provocada por varias razones que has de sopesar y modificar, si es posible, para arreglar tu problema. Algunas razones pueden ser: te consideras mal pagado, no te gusta la metodología que usas normalmente, tus horarios de clase no te dejan hacer una vida normal, necesitas a alguien que te diga lo que hacer en vez de pensarlo tú todo, etc.

Cada uno tendrá sus propias razones y a veces le serán desconocidas. Es bueno hacer un trabajo de introspección y poner sobre la mesa todo lo que te preocupa, lo que te motiva y lo que te deja mal e intentar solucionarlo. Es un trabajo difícil y a veces es bueno apoyarse en otras personas para que te ayuden a hacerlo. Otros colegas, tu pareja, tus padres o tus amistades te pueden ayudar a darte cuenta de cosas que por ti mismo no habías visto que podían causar esa falta de motivación.

Como siempre, hay muchas otras formas de evitar el cansancio en tu trabajo, tantas como profesores. Te animo por tanto a que compartas tus ideas con todos nosotros en los comentarios.

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